-15 tomates de mata pequeños, un poco más grandes que una bola de golf
-10 dientes de ajo
-aceite de oliva
-sal
-azúcar
-4 ramitas de tomillo
-1 hoja de papel sulfurizado o de horno
Eliminamos el pedúnculo a los tomates y en su base les hacemos una pequeña incisión, en forma de cruz. Ponemos abundante agua
a hervir y cuando surjan los hervores introducimos los tomates, de pocos en pocos, manteniéndolos unos segundos en el agua
hirviendo. Rápidamente los sumergimos en un baño de agua helada, para refrescarlos. Una vez pasados todos por el agua, los
pelamos y los partimos en cuartos.
Con cuidado les retiramos todas las semillas gelatinosas del interior, dejando sólo su pulpa. Así tendremos 60 cuartos de
tomate. Los introducimos todos en un bol y los aliñamos generosamente con sal y aceite de oliva.
En una bandeja de horno o dos, según el tamaño de nuestro horno, extendemos la hoja de papel de horno (si no encontramos este
tipo de papel, podemos utilizar papel de aluminio) y colocamos todos los tomates con la parte abombada hacia la bandeja, espolvoreándolos
con el azúcar, las ramitas de tomillo y los ajos enteros, con su piel. Añadimos un chorrito más de aceite sobre cada unos
de ellos y los introducimos en un horno a 90º C, al menos tres horas.
Pasados ese tiempo les damos la vuelta y los tenemos en la misma bandeja otras dos horas más. El tomate debe quedar confitado,
seco, deshidratado pero mantener su tonalidad rojo intensa, en ningún caso deberán dorarse o quemarse, sinónimo de excesiva
temperatura.
Se pueden utilizar en dados, desperdigados por una ensalada o picados, en una vinagreta.
Una vez todos fríos, lo mejor es conservarlos en un tarro con buen cierre, bien cubiertos de aceite de oliva virgen, en
la nevera, no más de 90 días.
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