-2 mazos de espárragos trigueros
-2 cucharadas de mantequilla
-Una cucharada de aceite de oliva
-Un trozo de queso curado tipo Idiazábal
-Sal

Eliminar la base dura y terrosa de los espárragos con ayuda de un cuchillo afilado. Esta operación suele hacerse doblándolos
con las manos desde la base. El espárrago rompe por donde está terso y así se desecha la base dura. Puede ser una forma de
hacerlo si no se sabe muy bien dónde meter el cuchillo.

Después, se procede a pelarlos. Si son muy gruesos, los partimos en dos, a lo largo. Seguidamente, colocar una sartén a fuego
medio y añadir la mantequilla hasta que veamos que comienza a sacar burbujitas de color blanco. Colocamos los espárragos de
forma que todos toquen el fondo de la sartén. Si es necesario, los hacemos en varias tandas. Los vamos volteando despacio,
de forma que se vayan haciendo suavemente. En el último minuto, subimos ligeramente el fuego, pero con precaución para que
no se nos queme la grasa. Después, se añade la cucharada de aceite de oliva. Han de estar aproximadamente unos dos minutos,
dependiendo del grosor y la intensidad del fuego. De todas formas, la mejor manera de comprobar si ya están bien hechos es
probarlos. No debemos olvidarnos de sazonarlos de sal.

Con ayuda de un pelador de patatas, sacamos lascas, finas y translúcidas, del pedazo de queso que habremos sacado frío de
la nevera, para facilitar la operación.

En el momento de sacar los espárragos del fuego, los espolvoreamos con el queso, delicadamente, puesto que no debe quedar
una papilla, sino un hilo de queso encima de cada espárrago
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